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21 de julio | 2022
Hay dos modelos pedagógicos para medir el aprendizaje de los alumnos: la evaluación sumativa y la evaluación formativa. La primera ha sido la más tradicional y consiste en evaluar el aprendizaje al final del proceso educativo con pruebas o exámenes de los objetivos iniciales marcados. La evaluación formativa se fija más en las necesidades particulares de cada alumno y califica el aprendizaje durante todo el proceso educativo.
El docente es más un guía que un juez en la evaluación formativa. El proceso pasa por tres fases: evaluación inicial o diagnóstico del alumno, evaluación continua y evaluación final. A continuación te explicamos las diferencias entre ambos enfoques educativos. Encuentra aquí 7 enfoques prácticos de la evaluación formativa en la educación infantil y ejemplos de su aplicación en la dinámica educativa.
Aplica así la evaluación formativa y guía la educación de tus alumnos de acuerdo a sus necesidades.
La evaluación formativa es aquella centrada en la identificación de dificultades que tienen los alumnos y su progreso, a lo largo de todo el proceso educativo. Es una modalidad que regula el avance y permite al docente hacer los cambios didácticos necesarios. Su finalidad es detectar las áreas que necesita reforzar el estudiante para estructurar los recursos y estrategias para facilitar su aprendizaje en los temas que más le hacen falta.
Una vez que se identifican esas debilidades se da lugar a la evaluación continua, es decir, un seguimiento donde se fortalecerán los aciertos, se reconducirán los errores y se emplearán estrategias para el aprendizaje, como por ejemplo ejercicios o tareas. El docente debe decidir las tácticas didácticas dependiendo del nivel de cada alumno y su funcionamiento cognitivo.
El maestro es la guía, la orientación, el conductor frecuente en todo el universo de qué es la evaluación formativa; ajustando su ritmo, planificación y acciones.
Cuando se toma en consideración una evaluación formativa y formadora para aplicarla en el aula escolar, debe cumplirse en tres fases:
1) Evaluación inicial
Se realiza cuando empieza un ciclo o unidad. El maestro debe tomar todos los datos referentes a las competencias, saberes y dificultades del estudiante. Así podrá estar consciente de qué falta y cómo puede lograr la enseñanza. Esto también se cumple en la evaluación formativa de la educación infantil, donde se determinan los conocimientos del niño, qué sabe hacer, cuáles son sus habilidades y competencias.
Completar esta fase tiene un objetivo práctico: elaborar una propuesta pedagógica en función de las capacidades y debilidades, haciendo uso de estrategias puntuales modificables de acuerdo a la evolución.
2) Evaluación continua
Aquí el protagonista es el alumno, pues durante el proceso de aprendizaje deberá ser capaz de identificar qué conocimientos necesita sumar para avanzar y los temas donde requiere poner más atención. Utiliza recursos didácticos como actividades de coevaluación y autoevaluación, debates, pruebas escritas u orales o análisis de trabajos, que permitan conocerse a cada estudiante.
El docente debe estar atento al rendimiento y, de ser necesario, cambiará las estrategias para amoldarlas al avance de cada alumno.
3) Evaluación final
Durante la evaluación formativa y compartida de los estudiantes se valora todo aquello que han aprendido y cómo integran esos conocimientos en su día a día, cuáles son las áreas que optimizaron. El avanzar se convierte en el objetivo principal, claro, tomando en consideración la planificación y logro de metas puntualizadas desde el inicio.
El maestro debe, una vez más, ser guía para que los alumnos reconozcan lo aprendido y su funcionalidad, las diferencias de lo que sabían antes y después, cómo pueden aprovechar tal aprendizaje en los próximos niveles. Esta fase es el momento preciso para evaluar la consecución de una unidad didáctica o etapa educativa.
La evaluación inicial, continua y final son claves en la educación y deben cumplirse para garantizar una correcta ejecución; sobre todo porque importa más el proceso, la internalización de conocimientos y el cumplimiento de los objetivos, que los resultados numéricos propiamente.
La evaluación formativa y sumativa manejan distintas perspectivas, siendo la segunda la más usada en la educación tradicional.
Presta atención a las diferencias entre la evaluación formativa y sumativa:
Formativa
- Importa más el proceso a través del cual el alumno aprende, de hecho, el docente debe ajustar su planificación y estrategias según los avances que aprecia cada día.
- Se evalúa el nivel de comprensión y para ello se desarrollan actividades autoevaluativas, coevaluativas, analíticas, reflexiones individuales o grupales.
- Se toman en cuenta las competencias de cada estudiante.
- Se busca el máximo porcentaje de rendimiento, pero de acuerdo al nivel de conocimiento de cada persona, pues no todos van al mismo ritmo.
Sumativa
Uno de los aspectos que caracterizan a la evaluación sumativa es que la valoración del desempeño se mide en calificaciones, acción que solo se realiza al final de la unidad o proceso. Es decir, no existe una adaptación de la enseñanza según las necesidades de cada alumno, sino que en torno a la planificación general se van desarrollando las actividades. La nota final es el indicativo de si se aprendió o si se cumplió el objetivo.
La evaluación sumativa responde a una modalidad tradicionalmente usada, con exámenes que indican el avance final y definen el rendimiento del curso. La evaluación sumativa, como su nombre indica, mide los logros a través de notas que certifican el dominio sobre un tema, por lo tanto, el estudiante solo puede saber su avance al final.
Si se fusionan la evaluación formativa, sumativa y diagnóstica, se obtendrán resultados óptimos ya que se equiparará el proceso de detección de competencias, observación, análisis, reajuste y medición de resultados.
Cuando se aplica la evaluación formativa y sus modelos pedagógicos podemos observar siete enfoques útiles:
1. El docente identifica las necesidades y debilidades del grupo, tomándolo como base para desarrollar el proceso de enseñanza aprendizaje. Al mismo tiempo, durante la evolución, los estudiantes podrán darse cuenta de lo que necesitan mejorar.
2. Se reajusta y regula según las características del estudiantado.
3. Se estimula la retroalimentación entre maestros y alumnos.
4. Empodera al individuo para que se haga responsable del avance en su aprendizaje y la manera de lograrlo es participando activamente.
5. En lugar de resumir logros a través de una calificación, se interviene en todo el proceso a fin de ir guiando las mejoras, enfocándolas y estimulándolas.
6. El aprendizaje trasciende a la vida, pues los estudiantes son conscientes de lo que aprenden, se preparan en ello, comprenden para qué sirve. No se dedican a solo estudiar para una evaluación sino para todo un proceso.
7. El profesorado optimiza sus funciones pedagógicas durante todo ese proceso de evaluación, y crece en el conocimiento práctico.
Entre los principales ejemplos de evaluación formativa podemos mencionar las escalas de observación, las encuestas en el aula con preguntas y respuestas concisas, las rúbricas de evaluación o las listas de control.
Los trabajos en parejas también son beneficiosos para estimular el debate y observar el nivel de compresión; igualmente son comunes las pruebas rápidas que miden el nivel de conocimiento inicial. Por supuesto, todo ello bajo las medidas pedagógicas y didácticas, desde donde el grupo pueda estar consciente de su avance y las áreas que le falta por internalizar.