Introducción
El teletrabajo ha pasado de ser una excepción a convertirse en una práctica habitual para millones de personas en todo el mundo. Trabajar desde casa ofrece muchas ventajas: ahorro de tiempo, mayor flexibilidad y, en algunos casos, un aumento de la productividad. Sin embargo, también tiene una cara menos visible: la facilidad con la que podemos caer en ciertas faltas que, con el tiempo, afectan nuestra salud física y mental.
Este artículo recopila los 10 errores más comunes que solemos cometer en el teletrabajo, desde las jornadas interminables hasta la sensación de aislamiento. No se trata de elaborar una lista capaz de asustarnos, sino de una guía práctica para identificar los fallos y corregirlos a tiempo. Al conocerlos, podemos mejorar nuestra organización, mantener la motivación y disfrutar de un mejor equilibrio entre la vida personal y profesional.
Evita ya estos malos hábitos del trabajo remoto y mejora así tu rendimiento profesional y calidad de vida.
1) No separar el espacio laboral del personal
Uno de los fallos más habituales es trabajar en cualquier lugar de la casa: el sofá, la cama o la mesa del comedor. Aunque pueda parecer cómodo, a la larga provoca una sensación de desorden y dificulta desconectar cada jornada. Contar con un espacio fijo de trabajo (aunque sea una esquina bien organizada de una habitación) ayuda a crear una frontera mental entre lo laboral y lo personal. Además, reduce distracciones y favorece la concentración. Si no tienes una habitación exclusiva, puedes usar auriculares, biombos o señales visuales para marcar tu 'zona de oficina'. Un espacio diferenciado no sólo mejora la productividad, también protege tu descanso: trabajar desde la cama, por ejemplo, puede hacer que luego te cueste dormir porque tu cerebro asocia ese lugar con la actividad laboral.
2) Ausencia de horarios definidos
Cuando se trabaja desde casa, es común alargar la jornada o empezar y terminar a horas distintas cada día. Esto rompe la rutina, genera cansancio acumulado y puede dar la sensación de estar 'siempre disponible'. Un horario fijo, con pausas programadas, es clave para organizar el tiempo y evitar el agotamiento. Igual que en una oficina, conviene establecer una hora de inicio, de comida y de cierre. Al respetar esas franjas, tu cuerpo y tu mente se acostumbran a un ritmo más saludable. Además, mantener un horario facilita la coordinación con el resto del equipo y mejora la vida personal: cuando terminas, sabes que puedes dedicarte plenamente a tu familia, amigos o hobbies sin sentimientos de culpa.
3) Sobrecarga de horas
El teletrabajo puede hacerte pasar más horas frente al ordenador de lo normal. Al no tener que desplazarte, puedes pensar en aprovechar para 'trabajar un poco más'. El problema es que esto, a largo plazo, provoca estrés, baja productividad y riesgo de síndrome de 'burnout'. La desconexión digital es fundamental. Una buena práctica es apagar notificaciones laborales fuera del horario establecido. También ayuda tener rutinas de cierre: cerrar el portátil, recoger el escritorio o incluso dar un paseo corto que simbolice el fin de la jornada.
4) Comunicación ineficaz con el equipo
El teletrabajo reduce el contacto cara a cara, lo que puede generar malentendidos o sensación de aislamiento. Es fundamental mantener una comunicación clara y frecuente con el equipo: reuniones breves pero regulares, uso adecuado de herramientas de mensajería y claridad en los mensajes escritos son prácticas que fortalecen el trabajo en equipo. También es útil aclarar expectativas desde el principio: quién hace qué, en qué plazo y con qué recursos. Además, no hay que olvidar el aspecto humano: una charla informal, aunque sea virtual, ayuda a mantener la cohesión del grupo y evita que la relación se vuelva demasiado fría.
5) Exceso de distracciones
En casa es fácil caer en la tentación de 'hacer varias cosas a la vez': responder correos mientras se cocina, atender una llamada mientras se revisa un informe o mirar redes sociales entre tareas. El resultado suele ser una menor calidad en el trabajo y más tiempo invertido. La clave está en organizar las tareas por bloques de tiempo. Existen métodos como el Pomodoro (25 minutos de trabajo concentrado seguidos de 5 de descanso) que ayudan a mantener el enfoque. También es recomendable silenciar notificaciones no esenciales y explicar a quienes conviven contigo en qué momentos no debes ser interrumpido. La multitarea puede dar la sensación de avanzar más rápido, pero en realidad reduce la eficiencia y aumenta la fatiga mental.
6) No cuidar la salud física
Muchas personas trabajan en sillas incómodas o frente a pantallas mal colocadas. Esto provoca dolores de espalda, cuello y muñecas, que con el tiempo se convierten en problemas de salud más serios. Cuidar la ergonomía es invertir en bienestar: una silla con buen soporte lumbar, un escritorio a la altura adecuada y la pantalla al nivel de los ojos marcan la diferencia. También es importante hacer pausas activas, levantarse cada cierto tiempo y estirar el cuerpo. El sedentarismo es otro riesgo del teletrabajo. Incorporar pequeños ejercicios, caminar unos minutos o incluso realizar rutinas cortas de estiramientos contribuye a mantener la energía y la concentración.
7) No invertir en un entorno tecnológico adecuado
Una lenta conexión a Internet, un ordenador con fallos constantes o una webcam de mala calidad pueden afectar tanto tu productividad como tu imagen profesional. Disponer de un equipo tecnológico fiable es esencial. Esto no significa tener lo más caro, sino herramientas que funcionen bien y se adapten a tus necesidades. Invertir en unos buenos auriculares con micrófono, un software de videoconferencia estable o una copia de seguridad en la nube son pequeños cambios que facilitan enormemente el trabajo diario. Un entorno tecnológico adecuado también incluye proteger la seguridad digital: contraseñas seguras, uso de antivirus y copias de seguridad frecuentes son medidas básicas que no debes descuidar.
8) Falta de autogestión
En la oficina, la rutina externa marca el ritmo: reuniones presenciales, pausas para el café, salidas conjuntas. En casa, sin esa estructura, es fácil caer en la procrastinación. La autogestión se convierte en una habilidad imprescindible. Herramientas como listas de tareas, calendarios digitales o aplicaciones de productividad ayudan a mantener un rumbo claro. Definir metas diarias y semanales también da motivación, ya que permite medir avances concretos. La organización personal no significa ser rígido, sino encontrar un sistema que funcione para ti.
9) Descuidar tu bienestar
Trabajar desde casa puede generar aislamiento social, sensación de soledad y dificultad para separar lo personal de lo laboral. Estos factores, combinados con la presión por cumplir objetivos, afectan directamente a la salud mental. Es necesario cuidar el equilibrio emocional: mantener contacto regular con amigos y familia, reservar tiempo para actividades de ocio y practicar técnicas de relajación como la meditación o la respiración profunda. Si notas señales de ansiedad o desmotivación prolongada, pedir ayuda profesional es un paso valiente y positivo.
10) No actualizar habilidades para el trabajo remoto
El teletrabajo exige competencias distintas a las de la oficina tradicional: manejo de herramientas digitales, capacidad de autogestión y comunicación escrita clara, entre otras. Quedarse con lo aprendido hace años puede ser un obstáculo. La formación continua en áreas como nuevas tecnologías, gestión del tiempo o trabajo colaborativo en línea es clave para mantenerse competitivo. Hoy en día existen cursos online accesibles, muchos de ellos gratuitos, que permiten actualizar conocimientos de manera flexible.
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