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08/09/2022
22 de diciembre | 2025
El autodespido es una herramienta legal que protege a los trabajadores cuando la empresa incumple sus obligaciones. Sin embargo, sólo produce derecho a paro si lo reconoce un juez, ya que se equipara legalmente a un despido improcedente. Por eso, antes de actuar, es fundamental informarse, documentar los hechos y seguir los pasos legales. Podrás así poner fin a una relación laboral injusta sin perder la indemnización ni la prestación por desempleo que te corresponde.
Te explicamos en este post, con lenguaje sencillo cuándo puedes solicitar tu propio despido, cómo se tramita, qué derechos genera y qué errores debes evitar si estás pensando en iniciar este proceso. Muchas personas, por desconocimiento, se marchan de su trabajo pensando que tendrán desempleo, cuando en realidad se considera una baja voluntaria. Otras aguantan situaciones laborales injustas por miedo a quedarse sin prestación.
Descubre aquí cómo el autodespido puede marcar la diferencia entre perderlo todo o conservar tanto tu indemnización como el derecho a paro.
El autodespido, también llamado resolución del contrato por voluntad del trabajador, está regulado en el artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores. Este derecho permite que una persona trabajadora ponga fin a su contrato cuando la empresa incumple gravemente sus obligaciones. A diferencia de una baja voluntaria, en la que el trabajador decide irse sin necesidad de justificar su decisión, el autodespido requiere motivos legales concretos y debe ser reconocido por un juez.
En la práctica, el autodespido funciona como una especie de 'despido forzado'. El trabajador no abandona el empleo por capricho, sino porque la empresa ha incumplido sus deberes de forma que hace imposible continuar trabajando en condiciones normales. Si el juez le da la razón, el contrato se extingue con efectos similares a un despido improcedente, lo que incluye indemnización y derecho a prestación por desempleo (paro).
El Estatuto de los Trabajadores recoge varias causas concretas que permiten solicitar un autodespido. Las más habituales son:
1) Impago o retrasos continuados en el salario: si la empresa no paga regularmente o se retrasa de forma reiterada, el trabajador puede solicitar la extinción del contrato. No hace falta que haya meses sin cobrar, basta con que exista un patrón constante de incumplimiento.
2) Modificaciones sustanciales en las condiciones de trabajo: por ejemplo, cambios en el horario, la jornada, el salario o el lugar de trabajo que perjudiquen gravemente al trabajador y no estén justificados.
3) Incumplimientos graves de las obligaciones del empresario: como no facilitar medios de seguridad, acosar o tolerar acoso laboral, o vulnerar derechos fundamentales del empleado.
4) Cualquier otro incumplimiento que afecte a la dignidad o integridad del trabajador.
En estos casos, siempre es recomendable contar con pruebas y, si es posible, asesorarse antes de tomar la decisión. Estas causas deben demostrarse ante un juez, por lo que no basta con comunicar que uno se va de la empresa.
El proceso de autodespido no consiste en dejar de ir al trabajo ni en presentar una carta de baja voluntaria. Es importante tener paciencia: el proceso puede tardar unos meses, pero solo la sentencia judicial garantiza el derecho a prestación. Es un procedimiento judicial que sigue unos pasos concretos:
1) Comunicación y asesoramiento previo: antes de nada, conviene consultar con un abogado laboralista o un sindicato. El profesional te ayudará a reunir pruebas (nóminas impagadas, correos, testigos, etc.) y a preparar la demanda.
2) Presentación de la demanda: el trabajador presenta una demanda ante el Juzgado de lo Social, solicitando la extinción del contrato por las causas previstas en el artículo 50.
3) Continuar trabajando mientras dura el proceso: salvo en casos muy extremos, el trabajador debe seguir prestando servicios hasta que se dicte sentencia. Si abandona antes, podría considerarse baja voluntaria y perdería el derecho al paro.
4) Sentencia judicial: si el juez estima la demanda, declara la extinción del contrato con derecho a indemnización (la misma que la de un despido improcedente). Desde ese momento, el trabajador puede inscribirse como demandante de empleo y solicitar el paro.
Sí, pero solo si el autodespido ha sido reconocido por un juez. En ese caso, el SEPE lo considera una situación legal de desempleo, exactamente igual que si la empresa hubiera despedido al trabajador de manera improcedente. Esto significa que podrás cobrar la prestación por desempleo siempre que cumplas los requisitos generales: tener al menos 360 días cotizados en los últimos seis años y estar inscrito como demandante de empleo.
Por el contrario, si abandonas tu trabajo sin sentencia, aunque tengas razones personales o laborales de peso, se considerará una baja voluntaria y no tendrás derecho a paro. Es más, aunque luego ganes el juicio, el SEPE podría denegarte la prestación por considerar que el desempleo fue voluntario en el momento en que dejaste el puesto. Por eso es tan importante seguir el proceso legal y no tomar decisiones impulsivas.
Una vez que el juzgado ha dictado sentencia favorable, el trabajador puede iniciar el trámite para cobrar el paro. Los pasos son los siguientes:
1) Inscribirse como demandante de empleo: acude al servicio autonómico de empleo (por ejemplo, el SOC, el SEPEPA o el SAE, según la comunidad autónoma) y solicita tu alta como demandante.
2) Pedir cita con el SEPE: puedes hacerlo por Internet o por teléfono. Es importante no dejar pasar más de 15 días hábiles desde la fecha de la sentencia o desde la extinción efectiva del contrato.
3) Presentar la documentación: deberás llevar tu DNI, el justificante de la inscripción como demandante, la sentencia judicial, el certificado de empresa y, si procede, la última nómina o la carta de extinción.
4) Duración y cuantía de la prestación: dependen de tus cotizaciones previas. En general, si has trabajado más de un año, podrás cobrar 4 meses de paro, y el máximo es de 24 meses. El importe se calcula según tu base de cotización. Los primeros seis meses se cobra el 70% de la base reguladora, y el resto, el 60%.
Aunque el autodespido es un derecho reconocido, no es un proceso sencillo. Estas recomendaciones pueden evitarte problemas:
1) No te marches antes de tiempo: si abandonas el trabajo sin sentencia, se interpretará como baja voluntaria y perderás el derecho al paro.
2) Reúne todas las pruebas posibles: guarda nóminas, correos, mensajes y cualquier documento que demuestre los incumplimientos.
3) Busca asesoramiento profesional: un abogado o sindicato puede guiarte en la redacción de la demanda y evitar errores de forma.
4) Ten paciencia: el procedimiento judicial puede tardar varios meses, pero merece la pena para conservar tus derechos.
5) No confundas el autodespido con el abandono del puesto: son cosas distintas. En el autodespido, la justicia debe reconocer que la empresa incumplió la ley.
Además, hay que tener en cuenta que algunas empresas, cuando se ven demandadas por autodespido, intentan llegar a acuerdos antes del juicio. Si el acuerdo incluye reconocer la extinción con indemnización, también se conserva el derecho a paro, siempre que se documente correctamente.
