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27 de junio | 2025
En el mundo virtual, cada clic que damos parece una decisión libre. Existen, sin embargo, trampas digitales (dark patterns) o estrategias de diseño que buscan engañarte, presionarte o confundirte para que tomes decisiones que normalmente no tomarías y que benefician más a las empresas que a nosotros mismos. Por ejemplo, suscribirte sin querer a un servicio, compartir más información personal de la necesaria o aceptar condiciones que no lees.
En este artículo vamos a explicarte las técnicas específicas que manipulan nuestro comportamiento online, cómo funcionan, dónde se usan y, sobre todo, cómo protegerte de ellas. Las trampas digitales están en todas partes, desde el correo que recibes, en tus compras en línea, navegas por una web o incluso en las aplicaciones que usas cada día. Afectan tanto tu privacidad como tu bolsillo así como tu propia confianza en el entorno digital.
Sigue leyendo y aprende a detectar estas técnicas para proteger tus decisiones en Internet.
El término 'dark patterns' fue acuñado en 2010 por Harry Brignull, un especialista en experiencia de usuario (UX). Su intención era alertar sobre diseños web que no están pensados para ayudar al usuario sino para aprovecharse de él. Con el crecimiento de las plataformas digitales y el aumento de la competencia, muchas empresas comenzaron a usar estas técnicas para obtener más clics, suscripciones, ventas o datos.
Estas técnicas, aunque en sus inicios eran más sutiles, con el tiempo se han vuelto más comunes y sofisticadas. Hoy en día, las trampas digitales están presentes en redes sociales, tiendas online, aplicaciones de móvil y hasta en configuraciones de privacidad. Y lo más preocupante es que muchas veces ni siquiera notamos que hemos caído en alguna de ellas.
Existen varios tipos de trampas digitales. A continuación, te mostramos 6 de las más frecuentes:
Consiste en hacer que el usuario se sienta culpable por no aceptar algo. Por ejemplo, un mensaje que diga: "No, gracias, prefiero seguir siendo un ignorante" cuando uno intenta cerrar una suscripción a un boletín. Es un lenguaje que está diseñado para presionar emocionalmente.
Ocurre cuando un sitio web agrega productos al carrito sin que el usuario lo haya autorizado claramente. Puede ser una 'garantía adicional' o una 'donación opcional' que aparece marcada por defecto.
Inspirado en el creador de Facebook, se refiere a las prácticas que hacen que los usuarios compartan más información personal de la que desean. Por ejemplo, formularios que no permiten avanzar sin conceder permisos excesivos.
Es cuando se ofrece una prueba gratuita pero al terminar se comienza a cobrar automáticamente sin advertencia clara. Muchas veces, cancelar la suscripción también se vuelve innecesariamente difícil.
5) Roach motel
El usuario puede entrar fácilmente en un sistema (como registrarse o suscribirse) pero salir de él es complicado o confuso. Un ejemplo común es el proceso para eliminar una cuenta en una red social.
6) Obstruction
Se trata de dificultar acciones que no benefician al negocio, como cancelar una suscripción o desactivar notificaciones. Requiere muchos pasos, enlaces escondidos o formularios complicados.
Algunas empresas han sido criticadas por usar trampas digitales. Son ejemplos que muestran que no se trata de errores sino de estrategias deliberadas para manipular nuestras decisiones. Algunos ejemplos:
- Amazon fue denunciado en la Unión Europea por dificultar la cancelación de su servicio Prime. Los usuarios tenían que pasar por varios pasos poco claros.
- Facebook ha sido señalado por llevar a los usuarios a aceptar configuraciones de privacidad que comparten demasiada información, muchas veces sin que se den cuenta.
- LinkedIn usó durante un tiempo una estrategia donde los nuevos usuarios, sin querer, enviaban invitaciones a todos sus contactos. Posteriormente, tuvo que pagar una multa por ello.
Las trampas digitales no solo afectan nuestras decisiones sino también nuestra confianza y bienestar. Con el tiempo, esto puede llevar a una relación más distante y desconfiada con la tecnología. Muchas personas se sienten frustradas, manipuladas o confundidas después de interactuar con ciertas plataformas.
Sus consecuencias psicológicas incluyen:
- Fatiga mental por tener que leer con atención cada detalle.
- Pérdida de confianza en los servicios digitales.
- Sensación de haber sido engañado, lo que genera molestia o abandono del servicio.
En los últimos años, varias instituciones han comenzado a regular las trampas digitales. A pesar de estos avances, siguen existiendo muchas trampas digitales porque no todas las regulaciones se aplican de forma efectiva o global. Estas son las importantes:
- En Europa, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) exige que las decisiones del usuario sean claras, libres e informadas. Así, se limitan ciertas formas de manipular la aceptación de términos y cookies.
- En Estados Unidos, la FTC (Comisión Federal de Comercio) ha tomado medidas contra empresas que usan diseños engañosos.
- En América Latina, algunos países están empezando a incorporar normativas de protección de datos personales inspiradas en el modelo europeo.
Aunque no siempre es fácil detectar una trampa digital, hay algunas acciones que puedes tomar para protegerte:
1) Lee con atención: especialmente cuando se trata de suscripciones, permisos o compras. Presta atención a la 'letra pequeña' y opciones preseleccionadas por defecto.
2) Desconfía de los botones grandes y coloridos: muchas veces el 'Aceptar' está más destacado que el 'Rechazar'. Es algo intencionado.
3) Investiga antes de aceptar pruebas gratuitas: asegúrate de saber cómo cancelar la suscripción antes de empezar.
4) Usa extensiones del navegador: como bloqueadores de cookies, gestores de privacidad o bloqueadores de scripts.
5) Elimina cuentas que ya no usas: si una plataforma pone muchas trabas para salir, quizá no merezca tu confianza.
6) Informa y comparte: si detectas una trampa digital, compártela en redes o en foros. Visibilizar el problema ayuda a que otros no caigan.