Las mejores estrategias de lectoescritura desde Infantil

12 de diciembre | 2025

Introducción

Aprender a leer y escribir es mucho más que reconocer letras: es abrir la puerta a la comunicación, la imaginación y el pensamientoLa lectoescritura es la base de todo aprendizaje posterior y de ahí la gran importancia de establecer una relación positiva con el lenguaje desde edades tempranas. A través del juego y la experimentación, los niños descubren el poder de las palabras, como una forma maravillosa de entender y disfrutar el mundo.

Conoce en este artículo las mejores estrategias para favorecer la lectoescritura desde Infantil, apoyadas en la experiencia docente y en lo que nos dice la neuroeducación. Son ideas prácticas y eficaces para que los más pequeños disfruten mientras desarrollan la curiosidad por las palabras, los símbolos y las historias. En este sentido, el papel del docente y la familia es acompañar ese descubrimiento de forma natural y motivadora.

Enseña a amar el lenguaje, con estas eficaces ideas tanto leer como escribir se convertirán en una aventura apasionante desde Infantil.

Índice de contenidos:

  1. Fundamentos del aprendizaje lector y escritor en Infantil
  2. Estrategias lúdicas y multisensoriales
  3. Recursos y materiales manipulativos
  4. La familia y el entorno como aliados
  5. 4 errores comunes y cómo evitarlos
 

Fundamentos del aprendizaje lector y escritor en Infantil

Antes de enseñar letras o sílabas, es esencial entender cómo se construyen las bases del lenguaje escrito. La lectoescritura no surge de repente, sino que se apoya en muchas capacidades previas: atención, memoria auditiva, coordinación, lenguaje oral y curiosidad por los símbolos. En la etapa de Educación preescolar, los niños pasan por una fase prelectora donde descubren que las palabras pueden representarse gráficamente. Reconocen su nombre, observan carteles y distinguen letras conocidas. 

Es, por tanto, un momento clave para ofrecer estímulos adecuados: hablar con ellos, leer cuentos y permitirles explorar con dibujos y garabatos. La neuroeducación nos recuerda que el cerebro aprende mejor cuando hay emoción y sentido. Por eso, las actividades deben conectar con su mundo: historias de su vida, canciones, juegos o personajes que les resulten familiares. Así, el aprendizaje se vuelve significativo y duradero.

 

Estrategias lúdicas y multisensoriales

El juego es el vehículo natural del aprendizaje infantil. A través del juego, los niños experimentan, repiten, se equivocan y aprenden sin presión. Las estrategias lúdicas son las más eficaces para iniciar la lectoescritura, porque despiertan la motivación y la curiosidadAlgunas actividades sencillas y efectivas son:

  - Juegos con sonidos: identificar palabras que empiezan con el mismo sonido, jugar al 'Veo, veo' o hacer eco de sílabas.

  - Rimas y canciones: trabajar la musicalidad del lenguaje con poesías y retahílas.

  - Teatro de letras: representar con el cuerpo letras o palabras.

  - Circuitos de letras: en el patio o en el aula, asociar movimiento con grafías.

Las estrategias multisensoriales aprovechan todos los sentidos: tocar letras de lija, trazar con el dedo sobre arena o reconocer letras en plastilina. Son experiencias que activan distintas áreas del cerebro y mejoran la memoria. Además, se puede usar la música, el color y el ritmo para hacer más atractivo cada aprendizaje. Lo importante es que los niños disfruten mientras aprenden, sin forzar el ritmo natural de cada uno.

 

Recursos y materiales manipulativos

Los materiales manipulativos son un puente entre el pensamiento concreto y el abstracto. En lectoescritura, permiten 'tocar las palabras' antes de escribirlas, y eso facilita la comprensión. Algunos recursos clásicos siguen siendo muy valiosos:

  - Letras móviles (de madera, plástico o cartón) para formar palabras.

  - Tarjetas con imágenes y palabras, que ayudan a relacionar sonido y símbolo.

  - Cuentos ilustrados, que invitan a leer imágenes antes que textos.

  - Pizarras magnéticas o de tiza, donde los niños puedan experimentar sin miedo al error.

La tecnología también puede ser una gran aliada si se usa con criterio. Existen aplicaciones educativas que estimulan la conciencia fonológica, la escritura inicial o el reconocimiento de letras de manera lúdica. Es recomendable combinarlas con actividades físicas y manipulativas para mantener el equilibrio. Otro recurso muy potente son los espacios de lectura dentro del aula: rincones acogedores para que los niños se acercan de forma espontánea a los textos a su alcance.

También es útil crear materiales caseros: letras de cartón, bingos de palabras, dominós de sílabas o juegos con pinzas. Estas herramientas estimulan la participación activa y el trabajo cooperativoEn definitiva, lo manipulativo convierte el aprendizaje en algo vivido y significativo, donde el niño no memoriza, sino que construye conocimiento a través de la experiencia.

 

La familia y el entorno como aliados

El aprendizaje de la lectoescritura no se limita al aula. El entorno familiar y social es clave para reforzar lo que el niño aprende en la escuela. Si la familia participa, la motivación del niño crece y el aprendizaje se consolida. Una de las estrategias más simples y poderosas es la lectura compartida diaria. Dedicar unos minutos al día para leer juntos un cuento, comentar las ilustraciones o inventar finales alternativos fortalece el vínculo emocional y mejora la comprensión lectora.

También es útil convertir la lectura y la escritura en parte de la vida cotidiana. Escribir la lista de la compra, leer carteles en la calle, buscar palabras conocidas en revistas o etiquetar objetos de la casa con su nombre. Cada pequeño gesto cuenta. Los docentes pueden implicar a las familias con talleres, guías o recomendaciones de libros adecuados a la edad. Así, todos comparten un mismo enfoque y el aprendizaje se vuelve coherente.

El entorno escolar también puede fomentar la lectura con proyectos comunitarios: bibliotecas abiertas, préstamos de cuentos, 'maletas viajeras' o días del libro. Estos programas crean un clima donde leer y escribir se percibe como algo natural, útil y divertido. Cuando los niños ven que leer forma parte de su vida diaria, desarrollan un hábito lector duradero que los acompañará durante toda su etapa escolar.

 

4 errores comunes y cómo evitarlos

Aunque el deseo de que los niños aprendan pronto a leer y escribir es natural, a veces se cometen errores que pueden generar frustración o rechazo.  Recordemos que el objetivo final no es solo que lean o escriban correctamente, sino que amen el lenguaje y se comuniquen con placer. Evitarlos es clave para mantener la motivación. Estos son los 4 fallos más frecuentes:

  1) Anticipar el aprendizaje formal antes de tiempo. Obligar a un niño de tres años a escribir letras con precisión o a leer palabras sin haber desarrollado la madurez necesaria puede causar ansiedad. Lo importante no es la rapidez, sino el proceso.

  2) Centrarse sólo en la técnica: en las fichas, las copias o la repetición mecánica. Estas tareas pueden tener su lugar, pero nunca deben sustituir el juego, la exploración o la expresión libre.

  3) Subestimar la importancia del lenguaje oral. Escuchar, conversar y ampliar el vocabulario son pasos previos imprescindibles. Un niño que comprende y se expresa bien tendrá más facilidad para leer y escribir con sentido.

  4) No respetar los distintos ritmos de aprendizaje. Cada niño tiene su propio camino. Comparar o presionar solo genera desconfianza. La clave está en acompañar, animar y celebrar cada avance, por pequeño que sea.

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