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04 de agosto | 2025
Cuando llega la temporada de exámenes, muchos niños y adolescentes sienten una presión extra que puede generarles ansiedad, miedo o frustración. Acompañar a nuestros hijos durante esta etapa no significa hacerles el trabajo sino estar presentes de forma activa, comprensiva y positiva. Como padres, es normal querer ayudarlos a que les vaya bien pero muchas veces no sabemos cómo hacerlo sin causarles más tensión.
Encuentra en este post 5 útiles consejos para apoyarles sin agobiarlos, ayudándolos a estudiar de forma más eficaz a la vez que cuidas su bienestar emocional. El mejor acompañamiento es aquel que respeta el ritmo de cada hijo, escucha sus emociones y les recuerda que lo importante no es sólo el resultado, sino también el proceso. Además, una compañía respetuosa fortalece el vínculo familiar, mejora sus hábitos de estudio y aumenta su seguridad.
Sigue nuestras 5 recomendaciones y conviértete en un verdadero apoyo durante los exámenes de tus hijos permitiéndoles así que puedan rendir al máximo.
Cada etapa escolar trae sus propios desafíos. Un niño de primaria puede sentir miedo de 'fallar' y decepcionar a sus padres, mientras que un adolescente puede sentirse abrumado por la presión de sacar buenas notas para su futuro. Es importante que escuches lo que sienten sin juzgarlos. Frases como "No te preocupes, tú puedes" están bien pero a veces es mejor simplemente decir "Entiendo que estés nervioso, es normal".
Validar sus emociones les ayuda a sentirse comprendidos y a bajar la tensión. Observa también las señales no verbales: si están irritables, tristes o cansados, quizás necesiten una pausa o un momento para hablar. Mostrar un interés genuino por cómo se sienten puede marcar una gran diferencia.
Un espacio ordenado y tranquilo puede mejorar mucho la concentración. No se necesita una habitación especial: basta con una mesa con buena luz, una silla cómoda y pocos objetos que distraigan. Establecer una rutina ayuda a que el estudio sea más efectivo. Por ejemplo, definir un horario fijo para estudiar y para descansar. Las pausas cortas entre sesiones de estudio ayudan a mantener la energía y el enfoque.
Evita que estudien con el móvil cerca, salvo que lo usen para una aplicación de estudio. Silenciar notificaciones o dejar el teléfono en otra habitación puede ser de gran ayuda.
A veces, con la mejor intención, los padres terminamos presionando sin darnos cuenta. Preguntar constantemente "¡¿Ya estudiaste?!" puede causar más ansiedad que motivación. Acompañar implica estar disponibles pero sin invadir. Por ejemplo, ofrece ayuda para repasar si ellos lo piden, pregunta cómo les gustaría que les apoyaras o, simplemente, muéstrales que estás cerca para ellos sin interrumpir.
Es clave fomentar la autonomía. Los niños y adolescentes necesitan sentir que pueden asumir sus responsabilidades. Puedes ayudarles a organizarse, pero es mejor que ellos tomen el control de su estudio. También es importante mantener expectativas realistas. No todos los niños tienen el mismo ritmo ni el mismo estilo de aprendizaje. El objetivo no siempre debe ser la nota más alta, sino el esfuerzo y la mejora personal.
Hay muchas formas de estudiar y no todas sirven para todos. Examina junto a tus hijos los diferentes recursos y técnicas para ver cuales funcionan mejor. Las siguientes opciones son bastante eficaces:
a) Mapas mentales: ayudan a organizar ideas visualmente.
b) Fichas de repaso: para memorizar datos esenciales.
c) Autoevaluaciones: simulacros de prueba para practicar antes de la prueba.
El método Pomodoro, por ejemplo, consiste en estudiar 25 minutos y descansar 5 para mantener la concentración sin agotar la energía mental. Ayuda mucho usar calendarios o planificadores semanales. Así pueden dividir el material por días, evitando dejar todo para el final. Puedes imprimir uno o usar aplicaciones como Trello o Google Calendar. Existen apps educativas, canales de YouTube y juegos que hacen el aprendizaje más entretenido. Lo importante es que el recurso se adapte a su estilo de aprendizaje.
Un buen rendimiento académico no se logra sólo con estudio. Dormir bien, comer sano y moverse todos los días son claves para que el cerebro funcione al 100%. Evita que tu hijo se quede despierto hasta tarde estudiando. El sueño es fundamental para consolidar lo aprendido. También es importante que no se salten comidas ni consuman demasiado azúcar ni cafeína.
El ejercicio, aunque sea una caminata o un paseo, ayuda a liberar tensión. Y tener momentos de ocio, como ver una serie o salir con amigos, también es necesario. Estudiar todo el día sin descansar puede ser contraproducente. Finalmente, si notas que el estrés es demasiado alto, no dudes en buscar ayuda profesional. Los psicólogos o psicopedagogos te ayudarán a encontrar estrategias específicas dependiendo de cada situación.